Me gusta escribir, y mucho, pero las ultimas semanas me da miedo lo que pueda publicar ya que mi situación es muy triste y fuera de lo común. Por eso robo de alguien más sus palabras como si fueran para mí...
logs.diariovasco.com/apartirdelos50/2012/06/26/carta-a-una-mujer-recien-separada/
Hola guapa:
Me he quedado a cuadros cuando
he recibido tu e-mail en el que me contabas que, por fin, habías sacado
fuerzas para afrontar la realidad de tu matrimonio, después de tantos
años de altibajos, y te has separado. No es que no me esperara el
desenlace, sino que la sorpresa viene motivada por tu valentía de
hacerlo finalmente sin dar tres cuartos al pregonero.
¿Qué podría yo decirte diferente
a todo lo que ya habrás escuchado cientos de veces y que te habrá
machacado de alguna manera? Además, no soy de esas amigas que dicen “ya
era hora” o “por fin te has decidido”; yo soy más bien de esas amigas
que, en vez de dar palmaditas en el hombro (o besitos suaves) suele
meter el dedo en la llaga, llamar a las cosas por su nombre e intentar
ver lo positivo aunque se esté dentro de un túnel.
Porque
me temo que ahí estás tú, en el túnel que hemos tenido que atravesar
las personas que hemos dado un paso al frente y nos hemos atrevido a
romper un contrato matrimonial después de muchos años y varios hijos. Es
un túnel de manual, de primera lección del libro gordo de Petete de
cualquier psicólogo. Un túnel largo y oscuro en el que nos hemos metido
confiando, esperando que al final haya una salida a la luz, pero que,
encontrándonos adentradas en él, ya no vemos el punto por el que nos
hemos aventurado y tampoco vemos el final. Es decir, oscuridad total y
absoluta.
Claro,
y ahí entra el miedo, faltaría más. ¿Cómo no sentir miedo al emprender
la odisea de romper toda una vida de costumbres, de seguridad (mal o
bien entendida), de rutinas protectoras? ¿Cómo afrontar el ser, una vez
más, la “mala de la película”?
Porque eso suele ser un
divorcio, un lanzamiento de trastos (viejos) a la cabeza para ver quién
hace más daño al otro y en este caso, el tuyo, al haber dado tú los
pasos necesarios para decir “BASTA”, las críticas, maledicencias y
maldiciones van a caer sobre tu cabeza. Menos mal que tendrás el apoyo
de tu entorno familiar, por precario que éste sea. Menos mal que tienes
algunas amigas que te apoyan y van a seguir sosteniéndote en tu camino
hacia la dignidad.
Sí,
dignidad digo, porque es lo que tú estás intentando recuperar con el
gran salto hacia delante que has dado. Pero no te avergüences, nos ha
pasado a todas las que hemos sido artífices del punto final de una
relación, que cuando queríamos ser “nosotras”, recuperar esa “esencia”
que se nos había diluido en el magma insondable de la pareja, nos han
llamado de todo y nos han querido hacer sentir culpables por no aguantar
lo inaguantable. Sobre todo habiendo hijos de por medio, arma
arrojadiza donde las haya.
Pero a lo que voy. Mucho me temo
que vas a tener que pasar pisando sobre las piedras cortantes que están
bajo tus pies. Y que te va a hacer daño, pero… siempre te dije que para
hacer una tortilla es necesario cascar los huevos. Vamos, que esta es
tu lucha por tu propia vida en un presente de libertad, dignidad y paz
interior. Y mira que digo “presente” y no digo “futuro” como si fuera
algo que va a ocurrir más adelante. No, ya está ocurriendo AHORA, ya has
recuperado las llaves de tu vida, ya has vuelto la vista hacia tu
propia esencia, todo esto está pasando en este momento en que te sientes
asustada por la magnitud del paso dado, preocupada por el día a día e
incluso, en algunos momentos, insegura de si has obrado bien.
En
realidad, no vas a hacer nada que no hayas hecho ya en el pasado. Es
decir, vas a seguir luchando, trabajando, soñando y participando de la
vida igual que has hecho hasta ahora. Porque levantaste tu familia,
tuviste a tus hijos, los amaste desde el fondo y no te has limitado a
mantenerlos; porque llevas diecisiete años trabajando en un proyecto que
no ha superado la larga crisis en que se vio sumergido. Y esos
diecisiete años son la prueba rotunda de que sabes y puedes vivir con
mayúsculas defendiendo lo tuyo, protegiendo tu identidad, demostrando a
tus hijos que nadie debe doblegarse ante la iniquidad, dándoles el mejor
ejemplo de amor que les puedes dar: enseñarles lo que es la propia
dignidad.
El
tema económico será una pequeña espada de Damocles sobre tu cabeza,
pero piensa que lo poco que te quede es fruto únicamente de tu esfuerzo y
tu trabajo y que la satisfacción de la no-dependencia es inmensa. La
soledad también te dará zarpazos en algunas noches frías cuando eches en
falta el abrazo de quien no supo quererte ni estar a la altura de las
circunstancias. Aprenderás entonces a abrazarte a ti misma, a
dignificarte con la fuerza y el amor que ya llevas por dentro, que no ha
muerto ni nadie podrá quitarte jamás.
Vienen
tiempos duros, ya lo sabes, pero ya verás qué placer, poco a poco,
comprobar cómo va germinando la semilla de tu libertad interior y
transformándose en un pequeño campo de paz que después ya será para
siempre.
Ah,
un consejo, si me lo permites con todo el cariño: no hables mal de tu
ex marido a nadie. A tus hijos entrégales la libertad de que juzguen por
sí mismos sin verse condicionados por ninguna energía negativa por tu
parte. Ellos siempre te agradecerán que seas una PERSONA con mayúsculas,
una gran madre y, porqué no, una SEÑORA.
Nos vemos a la salida del túnel.
Allí te estará esperando tu propia identidad, renovada, renacida,
limpia y dispuesta. No lo dudes.
Un abrazo fortísimo.
Alqui.
* Dedicado a T. que está ahí, leyéndonos, luchando y que necesita todos los ánimos del mundo…
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